16 de abril de 2012

La cuota aguinaldo del cable y otras formas de desperdiciar energía



Un nuevo electrodoméstico se suma gradualmente en muchos hogares, es el decodificador de los proveedores de televisión para abonados, ya sea por aire, satelital o por cable. Estos aparatos que tienen consumos entre 15 y 24 watts/hora, casi no varían su consumo cuando están en funcionamiento y cuando quedan conectados a la red eléctrica esperando ser encendidos. Así suponiendo que se utiliza en promedio 6 horas por día, al cabo de un año, su consumo fuera del tiempo efectivo de uso habrá costado entre 512 y 830 pesos anuales. Casi tanto o más que pagar anualmente una cuota mas por el servicio.
Hacer un uso eficiente de la energía es rentable.
Desde hace algunos años nuestro país tiene un programa gubernamental específico para Incrementar la eficiencia en el uso de la energía. Orgánicamente ese programa depende de la actual Dirección Nacional de Energía(1). Varias acciones se han llevado a cabo, en especial seminarios, y acciones concretas como el etiquetado energético que ya se aplica a las lámparas fluorecentes, los calentadores eléctricos de agua (termofones) y más recientemente a los refrigeradores.
En el ámbito de la legislación, la Ley 18597 de octubre de 2009 declara de interés nacional el uso eficiente de energía y varios decretos y resoluciones reglamentan aspectos relacionados con el tema, desde la aislación térmica de nuevas construcciones hasta la promoción del uso de energía solar.
Igualmente el tema aparece un poco alejado de la generalidad de la población que lo relaciona principalmente con medidas de “ahorro energético”. Conviene allí marcar la diferencia. El llamado ahorro es el procedimiento por el cual se busca reducir el consumo de energía en situaciones de emergencia, por ejemplo con la prohibición de iluminación de vidrieras comerciales. La eficiencia energética se refiere a poder hacer lo mismo o aún mas, utilizando menos energía.
Por otra parte, si bien el concepto es principalmente usado en relación al uso de electricidad, es aplicable a cualquier energético, desde la leña a la nafta.
Muy a menudo, las medidas de eficiencia son vistas como un lujo, solo aplicables a los estratos de mayor poder adquisitivo, un recurso de propaganda de algunas empresas o un capricho de “ecologistas”.
Lo cierto es que hacer más con menos, no solo es bueno desde el punto de vista del uso de recursos sino que tiene un profundo sentido de conveniencia económica y es rentable en todos los estratos sociales
Generando Eficiencia
Quizá la mejor oportunidad para la mayoría de la población de “generar eficiencia” está en la construcción o remodelación de las viviendas. Allí la metodología constructiva y los materiales utilizados pueden modificar las necesidades de climatización. Una buena construcción, bien orientada y adaptada al lugar termina generando ambientes más cálidos en invierno y frescos en verano.
Eso no necesariamente significa que la construcción energéticamente eficiente deba ser más cara, temas simples como la ubicación y el tamaño de las aberturas pueden tener después gran influencia en la necesidad de iluminación artificial y ventilación sin generar mayores gastos. La previsión cuando es posible de “aleros” dimensionados para evitar la radiación solar directa en verano, además de ser un detalle arquitectónico y estético, es una forma económica de mejorar la climatización de una vivienda.
Las viviendas adecuadamente aisladas son además más sanas, ya que las paredes no son fácilmente colonizadas por hongos cuya proliferación es especialmente dañina en casos de personas con problemas respiratorios.
Fuera de la construcción y modificación de viviendas, una mayor eficiencia energética doméstica puede ser lograda al momento de recambiar o adquirir nuevos electrodomésticos.
Algunos de ellos, en especial calefones y heladeras ya han sido alcanzados por el etiquetado energético que nos muestra claramente su nivel de consumo. Igualmente incluso en aquellos sin etiquetar, importante información puede ser obtenida de las placas que obligatoriamente les colocan sus fabricantes.
Así su consumo en Watts nos indica cuanto consume funcionando, lo que nos permite calcular su consumo mensual y anual. En algunos casos el cálculo del consumo sobre el ciclo de vida del aparato puede mostrar como uno de mayor precio, pero que consume menos energía, termina siendo una mejor inversión. Hoy además, las facilidades de pago y la posibilidad de hacer uso de créditos hace que el costo inicial se pague en un período prolongado, lo que disminuye aún más la ventaja del inicialmente mas “barato”.
Eficiencia – Ahorro
Al comienzo se dijo que en energía eficiencia y ahorro son conceptos diferentes, sin embargo la eficiencia energética tiene como resultado generar un ahorro económico.
Si tomamos el caso hipotético de dos refrigeradores de similar capacidad y prestaciones, el refrigerador A cuesta $7200 y su placa indica un consumo de 190 watts, mientras que el refrigerador B cuyo precio es de $8500 consume 150 watts. Asumiendo que ambos funcionen en promedio 10 horas al día, al cabo de un año habrán consumido:
Refrigerador A: 190 watts x 10 horas x 365 días = 693.500 watts al año.
Refrigerador B: 150 watts x 10 horas x 365 días = 547.500 watts al año.
Ello nos indica que el refrigerador inicialmente más “barato” consume casi 150.000 watts más al año que el mas “caro”. Ello llevado al costo de la tarifa residencial vigente de UTE (2) da una diferencia de $783 anuales a favor del inicialmente más caro, por lo que la diferencia de costo inicial de $1300 se iguala antes de los dos años de funcionamiento. A partir de allí el ahorro en los 10 años de vida útil prevista pasa a ser a los precios actuales de $8000, casi equivalentes al costo de un nuevo refrigerador.
En el tema de la iluminación, si para iluminar el porche de una casa o el palier de un edificio utilizo una lámpara incandescente común de 60watts, que permanece encendida en promedio 10 horas diarias, su consumo será: 60 watts x 10 horas x 365 días = 219000 watts por año. Si la sustituyo por una lámpara fluorescente “económica” de 11watts que ilumina de manera similar, gastaré 179.000 watts menos, eso se traduce en un ahorro anual de casi 950 pesos.
En los dos casos descriptos, seguimos disponiendo de refrigeración para los alimentos y una calidad similar en la iluminación, solo que al hacer un uso más eficiente de la energía generó un ahorro en términos económicos.
Vampiros eléctricos
¿Pero que sucede si yo no estoy pensando en construir o modificar mi vivienda y no estoy planificando adquirir nuevos electrodomésticos? Bueno, en ese caso hay igualmente en todo hogar muchas oportunidades para ser más eficiente y ahorrar dinero, manteniendo el nivel de confort.
Lo primero y primordial es seguir las reglas básicas, como, la de no tener encendidas luces en habitaciones vacías ni dejar prendidos electrodomésticos cuando no están en uso.
Mas allá de esa primera aproximación, que es de sentido común, se puede lograr mayor eficiencia identificando y eliminando los consumos parásitos, aquellos generado por aparatos que continúan utilizando energía aún cuando no están en uso. Identificarlos es muy fácil, si Ud observa que un electrodoméstico mantiene una luz o display encendido cuando no lo usa o puede ser “prendido” utilizando un control remoto, ese es un vampiro.
Lo mejor para reconocerlos es darse una vuelta por la casa de noche. Seguramente su televisor, el microondas, algún equipo de audio o modem de internet e incluso lavarropas se delatarán como vampiros con sus luces rojas o verdes encendidas cuando nadie los utiliza.
Otros vampiros no son tan fáciles de reconocer ya que no tienen luces, pero si los tocamos, entonces el calor los delata. Son todos esos transformadores y otras cajitas generalmente negras que quedan permanentemente enchufadas, por ejemplo los cargadores de los celulares. Finalmente podemos catalogar como “vampiro” a todo equipo que puede ser puesto en funcionamiento con un control remoto inalámbrico
Claro que nadie piensa en dejar desconectado el contestador cuando no está en casa para ser más eficiente, ya que no podría recibir los mensajes. Tampoco es cómodo desenchufar cada cosa cuando se ha dejado de usar. Una posible solución es la de instalar en los enchufes llaves (interruptores) que permiten cortar la electricidad a voluntad, lo mismo puede ser logrado mediante el uso de las los “alargues” o “zapatillas” de buena calidad y adecuadas al consumo de los electrodomésticos que se le conectarán, con llave de corte y aún con un led que nos muestre cuando están conectadas.
El adicto al DVD
Si bien los fabricantes de electrodomésticos han mejorado sensiblemente su eficiencia, especialmente en usos tales como la refrigeración y el calentamiento de agua, otros renglones se han agregado al consumo doméstico o se han mantenido casi sin cambios en su consumo.
Veamos por ejemplo un aparato de DVD, suponiendo que soy un fanático y veo durante la semana una película al día y dos por día en los fines de semana, lo estaré usando realmente unas 18 horas semanales. Eso deja al aparato generalmente enchufado y a la espera de que lo encienda 126 horas semanales en las que consume típicamente unos 1400watts, lo que se traduce en un costo anual de mantener el aparato enchufado de 470 pesos. Similar al caso del decodificador del cable al comienzo de esta nota.
Un ejemplo más de consumo ineficiente, aunque algo menor que los anteriores, son los módems para conexión a la web y los cada vez más comunes routers inalámbricos (WI-FI) que generalmente permanecen conectados a la red eléctrica aún cuando nadie los está utilizando e incluso cuando no hay nadie en el domicilio. Si asumimos que el uso medio es de 6 horas diarias, estaremos pagando al cabo de un año 240 pesos por electricidad que gastamos pero no usamos.
Tal como se desprende de lo anterior, el uso eficiente de la energía que nos permite hacer más con menos, se traduce en sensibles ahorros económicos a nivel doméstico. Las simples medidas que se describieron suman para muchos hogares más de 2000 pesos anuales que le pagamos a la UTE sin darles ningún uso productivo. Al mismo tiempo como sociedad llevamos a que el sistema eléctrico deba importar mayor cantidad de energía y aumentar su capacidad de generación construyendo nuevas centrales, con lo que se termina encareciendo la electricidad de todos (4).