21 de diciembre de 2010

Debate Nuclear en Uruguay

Razones y sinrazones de un debate que lleva décadas.
(Publicado en el Suplemento de Energía de La Diaria, Noviembre 2010)
Las fuentes radiactivas existen en la naturaleza, empezando por el sol. Las artificiales están tan cerca de nosotros, como el consultorio de nuestro dentista o el detector de humo de un apartamento.

La ciencia ha desarrollado numerosas aplicaciones de las propiedades radiactivas de muchas sustancias, en campos que van desde la medicina, a las aplicaciones militares, pasando por la conservación de alimentos y la medición de parámetros ambientales.

Otra aplicación, es la de utilizar masivamente material radiactivo para producir vapor y generar electricidad. Eso se logra mediante centrales termonucleares de potencia. Esas centrales son similares a cualquier central térmica, en el hecho de que el generador propiamente dicho está acoplado a una turbina de vapor. La diferencia está en que si bien el vapor puede producirse por la combustión de petróleo, carbón, biomasa, o la concentración de energía solar, en las centrales termonucleares, se genera utilizando la radiación emitida principalmente por el Uranio 235.

La necesidad de aislar los elementos radiactivos del ambiente, obliga a la mayor diferencia entre las centrales nucleares y todas las otras, ya que se debe construir un núcleo para contenerlos, dentro del cual se ubica además el sistema de refrigeración y el generador de vapor.

Si bien se reconocen varios tipos de centrales termonucleares, todas son básica y estructuralmente similares, difiriendo solamente en su potencia, el sistema de enfriamiento y la concentración de material radiactivo en el combustible utilizado.

Hoy en el mundo existen, de acuerdo con la World Nuclear Association, (1) cuatrocientas treinta centrales en operación. Otras cincuenta y ocho están en proceso de construcción y ciento treinta instalaciones han sido cerradas estando a la espera o en proceso de desmantelamiento.

De las plantas en operación más de la mitad se ubican en cuatro países: Estados Unidos, Francia, Japón y Rusia. La construcción de nuevas centrales mientras tanto se concentra en China, Rusia, Corea e India sin que ninguna se agregue a las existentes en Estados Unidos o Canadá y solo dos estén en construcción en Europa Occidental.(2) Ambas en complejos con plantas termonucleares ya existentes y con importantes retrasos y sobrecostos en su construcción.

NUCLEAR REGIONAL

A nivel regional Cuba abandonó la construcción de dos plantas a fines de los ochentas, mientras Méjico, Brasil y Argentina operan dos centrales cada uno, lo que completa las seis centrales latinoamericanas.

La más antigua es “Atucha 1” en Argentina comenzada en 1968 e inaugurada en 1974. La segunda central Argentina, “Embalse” en Cordoba, demandó diez años para su puesta en operación en 1984. Del lado brasileño “Angra 1” que comenzó a operar en 1985 fue construida en catorce años y “Angra 2” demandó 25 años para su puesta en operación en 2001. Las centrales mejicanas de “Laguna Verde” 1 y 2 entraron en operación en 1990 y 1995 luego de 14 y 18 años de construcción respectivamente.

Completa el panorama nuclear regional que tanto Argentina como Brasil tienen cada uno una planta en construcción, “Atucha 2” en Argentina desde 1981 y “Angra 3” en Brasil en construcción desde 1983.

URUGUAY NUCLEAR

A nivel nacional, la crisis petrolera de 1979 y el impulso nuclear regional de principios de los ochenta, llevó a que se planteara en diferentes ámbitos la posibilidad de incorporar un reactor nuclear de baja potencia con fines de investigación y generación de electricidad. Esta idea se abandonó totalmente con la puesta en funcionamiento de Salto Grande y Palmar en 1982.

En 1988 se plantea la posibilidad de un tratado de cooperación nuclear con Canadá, que se trató repetidas veces a nivel parlamentario hasta 1992. Paralelamente la Dirección Nacional de Energía definía en 1991, que un emplazamiento probable para una central termonuclear sería la zona de la represa de Palmar, siendo necesario realizar mayores estudios para determinar la conveniencia de esa opción.

A nivel parlamentario en 1991 se legisla que la instalación de una central termonuclear de potencia, ya sea esta pública o privada, deberá ser autorizada por ley (Artículo 215 de la ley 16226) y en 1992 por el artículo 27 de la ley 16832 se prohíbe el uso de energía de origen nuclear en el territorio nacional.

El tema nuclear reaparece en 2005 en el Plan Energético 2005-2030 de la Dirección Nacional de Energía y Tecnología Nuclear (DNETN). En el se propone estudiar la opción, al igual que la posibilidad de incorporar a la matriz energética carbón y gas. Así en 2006 un trabajo de la DNETN presenta aspectos para el análisis de la alternativa nuclear.

Durante 2007 son presentados al parlamento al menos dos informes, en los que incluso se llega a recomendar el modelo y fabricante de la “central termonuclear a instalar en Uruguay”. Las declaraciones del entonces Presidente, Dr. Vázquez en ocasión de sus visitas a Israel y Corea llevan el tema a la prensa en 2008, resaltando la voluntad de esos países en participar de un eventual plan nuclear uruguayo.

Hacia fines de 2008 se presenta el informe “Análisis para la eventual puesta en marcha de un programa nuclear para la generación eléctrica en Uruguay”, preparado por un grupo técnico multidisciplinario el que recomienda seguir las directivas de la Organización Internacional de Energía Atómica (AIEA) para estudiar el tema. (3) Sobre esta base se designa una comisión multipartidaria nuclear para estudiar el tema, comisión que debiera estar integrada por tres representantes del Poder Ejecutivo, tres del Frente Amplio y uno por cada uno de los partidos con representación parlamentaria.(4)

En 2009 el tema energético estuvo presente en los programas de gobierno de todos los partidos para las elecciones de octubre. En el tratamiento del tema, la opción nuclear no es mencionada por el Frente Amplio ni el Partido Nacional, que si hablan de diversificar la matriz energética. El programa del Partido Independiente la menciona como tema a estudiar y en el programa del Partido Colorado se expresa la necesidad de que Uruguay cuente con al menos una central termonuclear en lo próximos seis o siete años y que mientras tanto debiera alquilar algún reactor nuclear. Específicamente se refiere el programa al proyecto de la empresa rusa Rosatom, de instalar reactores nucleares en barcazas, proyecto que no se espera esté operativo hasta 2012 (5). Una posición absolutamente contraria al uso de energía nuclear es la que manifiesta desde su programa la Asamblea Popular.

En diciembre de 2009 la Comisión Nuclear encargó con fondos estatales una encuesta sobre la percepción pública de la energía nuclear, uno de cuyos pocos resultados conocidos es que el 62% de la población quisiera disponer de más información sobre el tema.

En febrero de 2010, la multipartidaria sobre temas de energía -algunos de cuyos integrantes lo son también de la Comisión Nuclear- recomendó diversificar la matriz energética nacional y dentro de ese esquema culminar con los estudios de viabilidad de la opción nucleoeléctrica propuestos por esa comisión. En agosto pasado, en el proyecto de presupuesto nacional se asignó casi un millón de dólares para la fase uno de esos estudios.

Finalmente en octubre y por iniciativa de la Universidad de la República, se realizó un “Juicio Ciudadano” en el que ninguno de los 15 jurados estuvo a favor de la implantación de una central termonuclear en el actual estado de la tecnología. Los matices del jurado van desde el NO, hasta el ver la posibilidad de aceptarla, si los avances tecnológicos minimizan el riesgo asociado al emprendimiento. Paralelamente se pidió transparencia a la Comisión Nuclear y que se de difusión a sus informes y encuestas.

OPCIÓN NUCLEAR

Entre las razones esgrimidas a favor de instalar al menos una central termonuclear en el Uruguay, está el que los países vecinos ya utilizan esa tecnología y que entonces estamos expuestos a los riesgos de un accidente nuclear. Si bien el argumento es débil, es al menos parcialmente cierto para el caso de Atucha en Argentina, que se encuentra a menos de 100 kilómetros del centro de Buenos Aires y de Nueva Palmira. Del lado brasileño las centrales distan más de 1700 kilómetros de la frontera y además los estados de Rio Grande del Sur, Santa Catarina y Paraná se han declarado por ley, libres de centrales nucleares.

También se pregona que la energía nuclear es “energía de base”, disponible y controlable, en contraposición con las fuentes renovables, que al depender de “combustibles” como el sol, el viento y el agua no están siempre disponibles. Eso también es cierto, si bien la utilización conjunta y complementaria de las fuentes renovables en un esquema integrado con la generación mediante biomasa -que puede servir como respaldo- puede asegurar la disponibilidad. Ahora que si el panorama regional puede servir de marco de referencia, entonces la supuesta disponibilidad nuclear no es tal.

Veamos por ejemplo que la disponibilidad de “Angra 1” en Brasil no ha superado el 40% desde su puesta en marcha. Eso significa que en promedio la planta solo ha estado disponible 140 días al año, (1) menos que muchos parque eólicos. El mejor registro de operación de la región lo tiene la Central de “Embalse” en Argentina, que llega al 85% o sea una disponibilidad media de 310 días al año o lo que es lo mismo, no se cuenta con la planta por casi dos meses cada año.

Se utiliza además el argumento de que existen múltiples fuentes de combustible nuclear lo que permite independencia de un proveedor determinado. Eso es cierto, hasta que se adopta un tipo de central, ya que entonces la opción se limita a aquellos proveedores que a partir del mineral de uranio producen el combustible en la forma y concentración requerida por la planta.

Por último, el argumento estrella, es que las plantas nucleares no generan en su operación gases de efecto de invernadero, lo que también es cierto, si bien como resultado de esa misma operación se generan otro tipo de desechos, cuya disposición final es aún un problema sin resolver que solo se pospone, quedando como herencia de nuestro apetito energético para las futuras generaciones.

Cabe agregar que las dos centrales nucleares brasileñas conforman solo el 2% de la capacidad de generación eléctrica de Brasil y las dos argentinas apenas componen el 4% del parque de generación. La implantación en Uruguay de una sola central del tamaño de Embalse supondría el 23% y una como Angra el 37% de la capacidad de generación con la planta integrada. Eso convertiría al Uruguay en el país más nucleodependiente de América, más incluso que los Estados Unidos que dispone de 104 centrales.

Eso implica un riesgo operacional para el sistema eléctrico, que podría reducirse con las interconexiones regionales, pero que seguramente obligaría a integrar al sistema potencia de respaldo, aumentando los costos.

Llegando a los costos, quizá el punto mas importante a tener en cuenta lo ha presentado en forma inequívoca Wall Street, al sistemáticamente negarse los inversores a financiar nuevas plantas termonucleares por considerarlas riesgosas y con costos finales muy difíciles de definir (6). No fue suficiente que en febrero la administración Obama ofreciera garantías, por más de ocho billones de dólares para evitar la cancelación de las pocas solicitudes de permisos para nuevas plantas, la última retirada el mes pasado (7)

Conviene tener en cuenta que casi todos los estados en EEUU tiene ahora legislación que prohíbe trasladar a los clientes los costos de nuevas centrales -nucleares o de cualquier otro tipo- hasta que las mismas no están integradas al sistema y generando. Ello, a fin de evitar casos como el de la central nuclear de Shoreham en Long Island (NY), la que solo funcionó por dos días, antes de ser cerrada por problemas de seguridad, dejando a los clientes con una deuda de mas de 6 billones de dólares y el costo de tener que desarmarla y limpiar el sitio, tarea que veinte años después apenas ha comenzado.(8)

En algunos ámbitos de nuestro país, se escucha que el crecimiento de la demanda de electricidad llevara a que no sea posible satisfacerla, sin incorporar al menos una central termonuclear (9). Manteniendo las tendencias actuales, ciertamente necesitaremos nuevas fuentes, ahora que de allí a que “el país solo se salva con una central nuclear”(10) hay un paso demasiado grande. Muchas otras fuentes, especialmente la eficiencia en el uso, la reducción de pérdidas y la sustitución, por ejemplo con solar térmica para el calentamiento de agua y el acondicionamiento térmico, pueden hacer que mejoremos nuestra productividad y comodidad, sin agregar al sistema eléctrico mas que fuentes renovables en base a recursos autóctonos que son las únicas capaces de garantizar la soberanía e independencia energética, con respeto a nuestro ambiente.

Raúl E. Viñas


(1) www.worldnuclear.org
(2) Flamanville 3 (Francia) y Olkiluoto 3 (Finlandia)
(3) www.dnetn.gub.uy
(4) Decreto 593/2008 del 5/12/2008
(5) http://www.rosatom.ru
(6) http://www.nytimes.com/2010/10/11/business/energy-environment/
(7) http://www.foxbusiness.com/markets/2010/10/09/constellation-drops-nuclear-loan-guarantee-program/
(8) http://www.nytimes.com/2009/01/04/nyregion/long-island/04shorehamli.html
(9) http://www.acde.org.uy/novedades/novedadesnuclear.htm
(10) http://www.eltelegrafo.com/index.php?idbuscar=4099

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